El matrimonio Ed y Lorrain Warren son a los fenómenos paranormales lo que Romina y Albano a la canción. Sin ellos, nunca se nos hubiera ocurrido decir la palabra poltergeist, y su «expediente», fruto de una vida dedicada a espurgar casas endemoniadas, ha sido infusión habitual para el bebedizo del cine de terror. Este caso, el de Enfield, ocurre en una casa londinense, y se trata de una familia sometida a todo tipo de bromas diabólicas por un fulano muerto allí y con la misma terca voluntad de no irse que un «okupa». El director, James Wan, domina ese catálogo de recursos de cámara, luz, sonido, interpretación y sugestión para que a uno, en su butaca, a oscuras, le den ganas de pedirle al responsable del cine que deje una luz encendida en la sala; la relación insana y aterradora entre una de las niñas y el espíritu maligno produce la misma impresión que un cubito de hielo escurriéndose por tu espalda. La pareja de investigadores, Vera Farmiga y Patrick Wilson, aunque empalagosa y remilgada, consigue controlar ese demonio para el cine que es lo inverosímil: a pesar de que el desenlace de estas historias siempre contenga un exceso de folclore y de jolgorio poco serio, no es fácil evitar que el proceso de posesión de la niña consiga que, sin mover los zapatos del suelo, se te coman los calcetines.

Crítica de «Expediente Warren» (***): El demonio ocupa
El matrimonio Ed y Lorrain Warren son a los fenómenos paranormales lo que Romina y Albano a la canción
Día 16/06/2016 - 22.09h